La Hipocresía/ La Supersticiosa Fe [Capítulos IV-VII]

A través de los capítulos IV-VII, La hipocresía en Vetusta es muy evidente. Casi toda la gente participa en la “supersticiosa fe.”  La religión es solamente una herramienta útil para aumentar el estatus y crear la ilusión de una dedicación a la moralidad y la dignidad. Por ejemplo, las tías de Ana “amaban la religión, porque éste era un timbre de su nobleza, pero no eran muy devotas; en su corazón el culto principal era el de la clase…(188).”  Por eso, la aristocracia, sobre todo, es culpable de esta fijación con la imagen, el deseo para engañar a sus pares que él/ ella es el paradigma de la virtud. Hay mucha presión para mantener la imagen inmaculada, especialmente para las mujeres. Hay más flexibilidad para los hombres, pueden eludir las líneas sociales prescritas, y transgreden los códigos sociales con las consecuencias minimales y con poco daño a su reputación. Por ejemplo, don Álvaro y Paco Vegallana pueden coger por ahí sin comprometer sus reputaciones. Por el contrario, las mujeres son chivos expiatorias, los temas de escándalo (especialmente Obdulia). Sus reputaciones son frágiles y, muchas veces, entrenadas en la reputación de sus influencias cercanas masculinas (sus padres/ sus maridos). Debido al ambiente social en que vivo y mis ideologías muy progresivas, estoy frustrada con esta disparidad de género. La mujer impura/ deshonrada es un tropo tradicional que es muy evidente en esta novela. Después del “pecado” de Ana, Ana lleva la carga de la culpa, el chico Germán no es responsable para su juega en el “pecado.” Anticipo (lamentablemente) que este tema de la hipocresía va a continuar a través de los próximos capítulos.